«Luz Eterna» es una canción que ocupa un lugar profundo en mi corazón como compositor, especialmente porque canaliza mis emociones más profundas y experiencias espirituales en un formato gospel que resuena universalmente. Desde los suaves susurros de la mañana en la introducción, la canción comienza con un estado de ánimo sereno y contemplativo, estableciendo un escenario divino y tranquilo.
El primer verso pinta una imagen vívida de buscar consuelo y guía en medio de las tormentas turbulentas de la vida. A medida que el cielo se torna gris, la imagen de las palabras de Dios siendo un faro proporciona una poderosa metáfora de refugio espiritual y una luz incesante. Es un mensaje que habla de la resiliencia encontrada en la fe, que pretendía resonar con cualquiera que enfrentara sus propias tormentas personales.