«Duelen mis palabras» de Federico Gerhardt es un tema de blues lento profundamente conmovedor que resuena con las emociones crudas de la paternidad, la pérdida y los complejos lazos familiares. La maestría de Gerhardt tanto en la voz como en la guitarra aporta una profunda emotividad a la canción, con cada nota y letra pintando un vívido cuadro de turbulencia interior y anhelo.
La canción comienza con un silencio inquietante, preparando el escenario para una narrativa impregnada de reflexión personal. La voz de Gerhardt, rica en emoción, captura el corazón del oyente desde el primer verso, mientras canta sobre el silencio de un hogar vacío y el peso de la ausencia. Los solos de guitarra intercalados a lo largo del tema no son solo interludios musicales, sino también viajes emocionales en sí mismos, mostrando la excepcional habilidad de Gerhardt y su capacidad para transmitir sentimientos profundos a través de su instrumento.
El estribillo de «Duelen mis palabras» habla de la naturaleza incondicional del amor de un padre, destacando el dolor que viene con las consecuencias no intencionadas, ya que las intenciones sinceras a veces conducen a heridas más profundas. El solo de armónica añade otra capa de melancolía, haciendo eco del blues de la noche y los recuerdos perdidos que atormentan al narrador.
A medida que la canción avanza hacia la segunda estrofa, el tema del amor familiar y el dolor de la separación se vuelve aún más pronunciado. Gerhardt explora la idea de que el amor entre hermanos debería ser el lazo más fuerte del mundo, pero reconoce la realidad de las grietas que pueden desgarrar a las familias.
El puente ofrece un momento de introspección y anhelo por el pasado, recordando tiempos más felices libres de las sombras del discordia. La representación de Gerhardt del amor de un padre como una luz guía, incluso cuando está roto, es un poderoso testimonio de la resiliencia del afecto parental.
«Duelen mis palabras» concluye con la repetición del estribillo y un último solo de guitarra conmovedor, dejando al oyente con una sensación de dolor y belleza duraderos del amor familiar. La habilidad de Gerhardt para combinar el blues tradicional con una narrativa profundamente personal hace de esta pista una pieza destacada, no solo en su discografía, sino en el género del blues en su totalidad.